Dejarme caer de la corniza solo una vez, sin anestecia tocar el suelo impulsados por la velocidad del viento. Dejarme caer, sangrar, llorar con los ojos secos, sentir el crujido de los huesos en la tierra que se tiñe de rojo. Llorar, gritar sin sonido. Y una gota de sal diciendo "Adios!".
NOTAS FINALES DE LA CURSADA
Hace 5 años

